Él era un tipo distinto a la
gran mayoría, justo por eso a ella le llamó la atención. Los cuatro años que
llevaban compartiendo el camino de la vida habían sido los mejores de su vida,
lo quería de forma pausada, sincera e incondicional. Aún así le costaba ponerle
la etiqueta de novio, compañero o esposo. Él era Antonio, su Antonio, sin más.
Ella
era independiente, celosa de su tiempo y espacio. Sin embargo cada día buscaba
un rato para estar con Antonio.
Siempre
solía encontrarle en la pequeña habitación donde él gastaba su tiempo libre
haciendo maquetas; de barcos, aviones y edificios históricos. Habitualmente las
vendía o las regalaba, algunas se las quedaba, pero sabía que debían ser pocas por motivos de espacio.
Allí
estaba aquella tarde de cumpleaños cuando ella lo abordó por detrás y le dio un
beso en la mejilla. Él la miró sonriendo, se levantó para poderla abrazar y
felicitarla como era debido.
Prepararon
juntos la mesa y todas las viandas que habían comprado el día antes, la tarta
la dejaron aún en el frigorífico. Y ya una hora antes de que los invitados
llegaran se metieron juntos en la ducha, así ahorraban tiempo y dinero. En
otras ocasiones se dejaban llevar en su cascada de agua tibia pero en esa
ocasión no había tiempo que perder, salieron a la par, se vistieron y justo cuando Antonio se
disponía a bajar a la planta baja, el timbre sonó... Llegaban los primeros
invitados.
Ella se
sentía feliz a su lado. Y cuando tenían aquellas reuniones ella siempre
solía observarlo mientras charlaba con alguien. Mantenía encendidas
conversaciones mientras sus ojos se detenían en Antonio. Lo quería. Él
era hogar, casa, refugio, saber donde ir cuando andaba perdida y aturdida en sus días negros. A veces tenía imágenes con él, inventaba situaciones
junto a él. Lo veía en una azotea en un atardecer naranja de una gran
ciudad, él envuelto en una manta porque el frío de la noche ya se presentía.
Imagina que se vuelve cuando siente su presencia y se acerca a ella, la envuelve con la misma manta y la besa y ella se hunde en su hombro. Mientras,
el sol se esconde en uno de los edificios de la ciudad. También tiene
otras imágenes, en la playa mientras ella bebe una cerveza él aza pescado, o
bailando en uno de esos grandes cotillones, a pesar de que ninguno de los dos
son buenos en eso del baile. En muchas ocasiones se pierde en esas imágenes
inventadas e igualmente se pregunta si él las tendrá con ella, si su Antonio también
tiene ensoñaciones donde comparte con ella momentos inventados.
Él
suele descubrirla mirándolo, a veces le guiña un ojo, otras se acerca para
compartir la conversación, otras simplemente esboza una tenue sonrisa que solo
atisba ella y sigue a lo suyo. Entonces... Ella por un momento cree que él también
la quiere y que inventa imágenes con ella... como todo el mundo...
Bonito relato. Besos.
ResponderEliminarSoñar mientras podemos disfrutar de estas realidades debe ser la mejor forma, hermoso relato Nieves, un abrazo!
ResponderEliminarSoñar despierta ajena a la realidad
ResponderEliminarPreciosa forma de querer.
ResponderEliminar😘
Bonita relación!!! Mil besos!!
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