Resulta extraño ver como los acontecimientos se van encadenando creando una especie de tsunami de experiencias de vida...
Yo era una mujer normal. Con sus defectos y virtudes, con sus carencias y excesos. Había estado casada, pero "Gracias a dios no tuve hijos", mi matrimonio duró once meses y el embarazo no llegó. Agradezco la ausencia de hijos porque gracias a eso tuvimos un divorcio rápido y limpio, no tuvimos que luchar por custodias ni convenio regulador, cada uno cogió lo suyo y adiós muy buenas.
Me fui a mi casita de soltera y él se quedó con su nuevo novio, bueno... el novio de toda la vida en el piso que compartimos los once meses. ¿Porque mantuvo un noviazgo de seis años que terminó en boda si amaba a un hombre desde los catorce años? No sé... el miedo, la vergüenza, el que dirán... pero a mi eso ya no me importaba, yo había pasado página.
Si soy sincera vivía fantásticamente bien, pero claro, si algo echaba de menos era el tener a "un hombre" en casa que arreglara los desperfectos, el bricolaje y la electricidad nunca fueron mi fuerte. Desde que vivía sola, Ricardo se había convertido en mi salvador, el que arreglaba todas esas cosas que era incapaz de solucionar sola. Era un hombre raudo y fuerte, con una barriga prominente que no le menguaba su agilidad para subirse en las zonas mas inestables.
Aquella mañana de Sábado lo llamé desesperada, tenía el baño inundado. No podía demorarse, alguna tubería o no se qué se había roto.
Estaba fuera de la ciudad. Me sugirió que tenía un sobrino, me tranquilizó y me dijo que estaría en casa en 20 minutos.
24 minutos después el jovencito estaba llamando a mi puerta con una caja de herramientas.
- Soy Anselmo, sobrino de Ricardo, no se preocupe señora esto va a estar arreglado en unos momentos.
No sé exactamente el tiempo que tardó en solucionarlo, estuve demasiado ocupada recogiendo el agua que brotaba por el sumidero y recorría el pasillo como nuevo afluente local.
No sólo me solucionó la avería sino que me ayudó a recoger el agua que inundaba parte de las habitaciones. Era poco hablador, intuía que toda su amabilidad estaba gestionada por las advertencias de su tío. Le pregunté cuanto era el importe del arreglo y me dijo que su tío se pondría en contacto conmigo y ellos arreglarían las cuentas. Me pareció un gesto de amabilidad invitarle a una cerveza. Su tío se bebía una media de seis botellines antes de despedirse. Él en cambio dijo no beber cerveza, quiso una cocacola.
Yo era una mujer normal. Trabajaba de administrativo en una fábrica de cartones, con amigas con las que salía los fines de semanas y con algunos amigos especiales a los que confiaba mi amor y gastaba mis ganas en ciertos momentos.
Sin embargo aquel muchacho... ¿ Cuántos años podría tener... 25... 24... quizás 21?
Resulta curioso como tu mente de pronto parece obnubilarse, no me había pasado nunca la verdad... pero lo miras y percibes su mirada, sus escuetas palabras con ese caduco respeto al llamarme señora constantemente, como si hubiera sido advertido de ser ante todo respetuoso...
Tan pronto se bebe la colacola de despide, se coloca su gorra negra que se quitó al llegar y se marcha calle abajo. Lo observé... delgado, con un cierto andar cansado, piel blanca y manos trabajadas a pesar de su juventud, ojos vivarachos, labios gruesos, imberbe.
***
A mi edad pensé que me conocía, a los treinta y muchos ¿Quién no se conoce?
Me quedé a cuadros, me sorprendí de mi misma cuando metí en la lavadora el sujetador con aros, ese que siempre termina atascandola, como no quería fallar en el intento metí cuatro. Hora y media después llamaba a Ricardo y mis argucias hicieron que fuera el muchacho quien atravesara la puerta de casa. Si... me avergüenzo de ello, pero mi mente estaba obsesionada con aquel muchacho, con aquellos jeans, con aquella camiseta, con aquella gorra.
-Silencio-
He olvidado el tiempo que ha pasado. En estos momentos, en el aquí y el ahora siento que la mirada de Anselmo es el epicentro de mi mundo. Cuando me mira nunca sé exactamente lo que se le puede estar pasando por su cabeza. Sus dudas, sus miedos, su inexperiencia... esa divertida inexperiencia hace tiempo que desapareció, quedó atrás, en aquellos primeros días, aquellos primero meses.
Hoy siento ese tsunami de experiencia de vida, que me alcanza, me envite y me deja aturdida a cada instante. Hace tiempo que dejé de controlar toda esta historia, perdí las riendas de la situación en algún momento que no alcanzo descubrir. El muchacho ha crecido en edad y experiencia, sé que tiene alguna novia pero también sé que vuelve.
Anoche hicimos el amor y acto seguido se vistió para marcharse. Primero me entristecí después me enfadé. Permanecí largo rato en vela sobre unas sábanas que aún tenían su olor, me aferré a mi cordura, a mi madurez... Nunca aposté por una relación así, me dejé llevar por una mente divertida, lujuriosa, morbosa, jugué un poco, podía haber fracasado en el intento pero no fue así, la mente de Anselmo también era divertida, lujuriosa y morbosa. Ahora sabía todo lo que se puede saber respecto al arte del amor, tiene el manual de instrucciones y tropesientas horas de prácticas. Será el Master del amor de toda su generación en el barrio.
Después del enfado volví a entristecerme y más tarde presa de la razón y de mi experiencia a los treinta y muchos años de edad supe que era hora de pasar página, de volver a mis amantes barbudos que llegan de vuelta de la vida, de los que no se dejan atar, de los que llevan las riendas. Sé que Anselmo volverá, mi lolito pasará en algunas ocasiones más por mi lecho y no lo voy a rechazar, no le cerraré las puertas durante el tiempo que vuelva. Todos encontramos a alguien que nos abre las puertas del amor, yo lo encontré, Anselmo.... me encontró a mi. Ese recuerdo permanecerá en él grabado en su memoria, sólo espero que cuando me recuerde dentro de muchos años, esboce una sonrisa al recordarme, la misma que la mía cuando recuerdo mi primer amor.
Después del enfado volví a entristecerme y más tarde presa de la razón y de mi experiencia a los treinta y muchos años de edad supe que era hora de pasar página, de volver a mis amantes barbudos que llegan de vuelta de la vida, de los que no se dejan atar, de los que llevan las riendas. Sé que Anselmo volverá, mi lolito pasará en algunas ocasiones más por mi lecho y no lo voy a rechazar, no le cerraré las puertas durante el tiempo que vuelva. Todos encontramos a alguien que nos abre las puertas del amor, yo lo encontré, Anselmo.... me encontró a mi. Ese recuerdo permanecerá en él grabado en su memoria, sólo espero que cuando me recuerde dentro de muchos años, esboce una sonrisa al recordarme, la misma que la mía cuando recuerdo mi primer amor.
Hermosa historia.
ResponderEliminarEl Lolito mucho mejor que su tio, dónde va a parar, jaja
Tienes mucho arte inventando historías, una puede visualizarlas.
Besos, buena noche Nieves
Lolito es mejor que el tio, que suerte que estaba fuera de la ciudad
ResponderEliminarhay recuerdos que permanecen por la ternura e intensidad
Abrazos
Siempre me ha gustado leerte Nieves, hermosa historia, un abrazote :)
ResponderEliminarUn atractivo Lolito que hace perder la razón a una mujer experimentada y que le quedará en la memoria como una experiencia diferente.
ResponderEliminarLos dos eran libres e hicieron bien en dejarse llevar.
Muy bien narrado, Nieves.
Un gran abrazote.
Real como la vida misma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amig@s... no hay nada mas inspirador que echarle un vistazo a la vida, en ella encuentras un millón, un trillón de historias que si no te topaste con ellas aún, con seguridad hay muchas posibilidades de darte de bruces con ellas en algún momento, cuando menos te lo esperas.
ResponderEliminarMil gracias chicas y chicos!
Muuuuuack