Tuvo la sensación de ser Tara en el País de los majaras.
La niebla otoñal había invadido el jardín trasero de la casa de Pedro, los rosales ya secos y los árboles sin hojas daban un cierto aspecto de olvido, de pasotismo en el cuidado de aquel pequeño hábitat.
Sin embargo los allí presentes parecían estar totalmente mimetizados con el medio. Pedro había perdido otros tantos kilos, sus hierbas fumadas eran poca cosa para alimentarse. Luis no llevaba bien su nueva úlcera estomacal, sus gin tonic y marlboros no le ayudaban a mejorar. Damián se le notaba raro en los últimos tiempos, entre ellos habían hablado que podía haber vuelto con su ex-mujer, lo había puteado de mala manera y la posibilidad de un reencuentro, cuanto menos les era molesto para todos. Estaba claro que si era eso lo que se traía entre manos no era cosa de contarlo alegremente, comprendían su postura, ya que todos se implicaron demasiado en el juicio.
Tara era la más cuerda de aquellas reuniones. Al menos en apariencia. Ser la única chica en ese grupo de amigos nunca fue un problema, ella se sentía cómoda con ellos y ellos estaban encantados de que Tara adornara sus tardes de ocio con hermosos perfumes y su loock tan colorista. En más de una ocasión había sido el motivo de darse un baño y no ir oliendo a troglodita por la vida.
Gonzalo hacía tiempo que vivía en la inopia, se recreaba en su mundo de macho alfa y se dejaba llevar por el mágico y exquisito "carpe diem" .
Tuvo la sensación de ser Tara en el País de los majaras.
En la sobremesa Pedro seguía fumando, tenia la impresión de que no había hecho otra cosa en la noche.
Los negocios de Luis y Gonzalo andaban ajetreados en las últimas semanas. El teléfono de Luis no paraba de sonar y él no paraba de protestar, de maldecir y de increpar.
- Malditasea.... maldijo a la vez que cerraba la tapa del teléfono móvil. Gonzalo ven conmigo tenemos que solucionar algo.
Gonzalo no replicó, se levantó, dio un beso en los labios a su Tara, se puso una chamarreta y siguió a Luis que ya parecía haber llegado a la puerta de la calle.
- Eeeeeh os esperamos o queeee tios!!! la voz ronca y agotada de Pedro alborotó el descontrolado orden.
- No, pasa la noche aquí Tara, o que Damián te lleve a casa. Expresó con cierta actitud de mando.
***
No pasó una hora cuando Pedro ya dormía con la cabeza en la mesa, entre el vaso de vino y los platos de la cena. Dog, el perro le lamia la mano que debía tener olor a los filetes de la cena. Tara con ayuda de Damián recogió la mesa para que los animales no acudieran a comer los restos. Damián acompañó a Pedro a la cama, era como un caminante, como un zombie extrañamente pacífico. Cuando el buen amigo salió de la habitación Tara ya tenía la cocina recogida.
-¿ Nos fumamos un cigarro antes de irnos? Damián lo dijo con voz suave, sin llegar al susurro.
Tara se acercó y encendió uno de los marlboros. Se sentó en una de las tres sillas de la casa.
Permanecieron en silencio unos minutos, como en una especie de apuesta haber quien tardaba más en decir algo.
Damián permanecía en pie apoyado en el quicio de la puerta. Tenía el pelo ligeramente más largo y los rizos lo alborotaban, él también tenía algunos kilos menos pero la perilla que se había dejado crecer lo disimilaba. Tenía nuevos anillos y justo aquél día estrenaba botas y pantalones.
Tara se dejó crecer la melena, ahora le llegaba a media espalda aunque en pocas ocasiones la dejaba suelta. Esa noche lucía uno de sus moños locos, recogido en toda la coronilla dejando su estilizado cuello libre, una camiseta de manga corta y una de sus faldas largar, a esas horas ya se abrigó con una chaqueta vaquera, sus pies también estaban cubiertos... toda una desgracia para el bonachón de Damián.
- Siguen pensando que volví con... con esa. No se atrevía ni a pronunciar su nombre.
-Si. Están bastante jodidos con eso. Yo intento aplacarlos, dar otras versiones, otras hipótesis pero... están encajonados con esa idea.
- Bueno... mejor así. ¿No creer?
Tara hizo una mueca mientras daba su última calada y dejaba la colilla. Damián se acercó a la mesa y apretó la colilla en el cenicero. Tara vertió agua en dos vasos y ambos bebieron, Tara cerro la puerta que daba al jardín mientras él se lavaba las manos.
- Bueno... ¿ nos vamos ?
Lo intentaban, luchaban con todas sus fuerzas, en muchas ocasiones lo lograban pero en otras... como en aquella noche, era imposible; un olor, un tono de voz, un silencio, una sensación, un aparente roce insignificante... ese momento era idóneo, impecable. Él enredó su mano en la de la chica, y ella se dejó enredar. Se abrazaron no más, " pienso en ti en cada momento" "siento que esto está mal pero quiero estos momentos contigo"
Abrieron el sofá cama, ella se tumbó y se cubrió con una manta que buscó en los armarios de invierno. Él se tumbó a su lado, ligeramente inclinado, velando el sueño de Tara. Sabían que no debían hacer el amor con Pedro en la habitación contigua, sin embargo ella enlazó una de sus manos a la de Damián y acercándola a su boca dio un beso al dorso de la huesuda y gigante mano. Él se hundió en el maltrecho sofá y la besó con sutileza, sabiendo que no irían más allá de ese beso. Esa noche no.
En mitad del beso, que se había prolongado más de lo razonable, pudieron ver la luz del frigorífico, Pedro bebía leche directamente del brick. Los dos amantes habían tenido el instinto de cerrar los ojos y simular que dormían, estaban tan cerca uno del otro que sentían sus respiraciones confluir en un mismo espacio, sus cuerpos muy juntos por culpa del pequeño sofá cama guardaban su secreto celosamente. Pedro trasteó un poco hasta que en la misma penumbra y sigilo que apareció volvió a desaparecer. Ambos abrieron los ojos, sus miradas sonrieron ante el riesgo, volvieron a darse un beso de buenas noches, ella se giró dándole la espalda, él le pasó sus dedos a modo de caricia por toda la columna vertebra y la acurrucó en él.
La voz de pedro salió de algún lugar, no se había marchado a dormir y había permanecido aquel minuto asegurándose de la evidencia.
- Podéis copular tanto como os plazca. No voy a decir nada, estoy demasiado colocado para percibir cualquier realidad con claridad.
Los amantes no movieron un músculo. Pero Damián percibió la rigidez del cuerpo de la muchacha presa quizás del nerviosismo.
- Lo sé desde hace meses. Si no he hablado antes no lo voy a hacer ahora.
Esta vez se escuchó el crujir de los muelles de la cama de Pedro.
Los amantes durmieron lo que quedaba de noche no tan plácidamente como imaginaron. Fue Gonzalo quien a eso de las 9 y media llegó después de una noche en vela, directo a la cafetera y dándole conversación de lo acontecido a Damián "uno de los cargamentos había sido interceptado por la policía costera".
Damián se levantó del sofá cama con cierta parte de su anatomía más despierta que todo él.
- Cabrón, esto de dormir con mi mujer se va a tener que acabar! Exclamó al verle.
- Con quien mejor que conmigo güey!? Damián dio una palmada en el hombro a su amigo que ya sonreía a su mujercita que abría los ojos por primera vez en la mañana.
Pedro salió desnudo, se vertió una taza de café y se apoyó en la encimera.
- Es que no vas a respetar a las visitas, hay una mujer delante coño!
- Estoy en mi casa, si no queréis ver este paisaje levantaos en vuestras casa.
Gonzalo bebió presuroso el café y dijo " Tienes razón, nos vamos, que ya es hora"
Los tres salieron de casa de Pedro y recorrieron cierto trayecto juntos, en una de las calles, se despidieron. Ellos con un apretón de manos. Tara se dejó dar un beso en los labios, húmedo y sin prisas.
- Eso. Pasas la noche con ella y ahora besitos. Se estáis pasando pero bien. Gonzalo, se recreaba en su mundo de macho alfa y se dejaba llevar por el mágico y exquisito "carpe diem", vivía desde hacía tiempo en la inopia.
Tara se agarró a la cintura de Gonzalo y le dio un beso en la mejilla. Todo parecía un juego entre amigos, donde ni los celos ni las malas interpretaciones tenían cabida... sin embargo sabían que no podían subestimarlo. Todo era cuestión de tiempo.
***
Un par de días después Gonzalo y su hermosa y sexy mujercita desayunaban en la cafetería de la costa, emprendían un viaje planeado desde hacía meses, era una especie de vacaciones, de desconectar, de perderse los dos solos. Tara terminaba su tostada y él apuraba el café, encendía un cigarro... desde la cristalera donde estaban sentados pudieron verle. "Mira, el capullo de Damián" Ella lo observó en silencio. "No sé a lo que viene eso de dejarse esa perilla, se creerá que es un vikingo ..."
A ella le gustaba, de echo fue ella quien le dijo que se la dejara, le resultaba irresistible cuanto menos.
Gonzalo dio una amplia calada al cigarro, llenó de humo todo su espacio.
- ¿ Preferirías quedarte aquí, con él?
En ese momento se disiparon sus dudas pero hizo un último intento de evasión.
- De que hablas. No digas tonterías amor. No te cambiaría a ti y nuestro viaje por nada.
- ¿Amor? ¿En verdad soy tu amor? Ay Tara, sé lo vuestro, lo sé desde la primera noche, desde el primer beso, reconozco tus ojos, tu mirada después de hacer el amor, conozco tus amaneceres y los he visto cuando era él el que había estado y no yo. No te preocupes, todo seguirá igual si tu quiere claro. Yo soy el malo Tara, y los malos no salvamos el día a nadie, no nos alejamos volando por el horizonte y tampoco nos quedamos con la chica. Eso son cosas de los buenos, de los héroes, de los que se dejan perilla vikingas para aparentar rudeza.
Todo era cuestión de tiempo, ese tiempo había llegado, ya era presente, aquí, ahora, de echo según los acontecimientos siempre fue algo de aquí y ahora. Los únicos que parecían vivirlo como algo en un tiempo incierto, como en un limbo temporal eran los propios amantes. Los únicos que parecían haber estado viviendo en la inopia.
- Lo sé desde hace meses. Si no he hablado antes no lo voy a hacer ahora.
Esta vez se escuchó el crujir de los muelles de la cama de Pedro.
Los amantes durmieron lo que quedaba de noche no tan plácidamente como imaginaron. Fue Gonzalo quien a eso de las 9 y media llegó después de una noche en vela, directo a la cafetera y dándole conversación de lo acontecido a Damián "uno de los cargamentos había sido interceptado por la policía costera".
Damián se levantó del sofá cama con cierta parte de su anatomía más despierta que todo él.
- Cabrón, esto de dormir con mi mujer se va a tener que acabar! Exclamó al verle.
- Con quien mejor que conmigo güey!? Damián dio una palmada en el hombro a su amigo que ya sonreía a su mujercita que abría los ojos por primera vez en la mañana.
Pedro salió desnudo, se vertió una taza de café y se apoyó en la encimera.
- Es que no vas a respetar a las visitas, hay una mujer delante coño!
- Estoy en mi casa, si no queréis ver este paisaje levantaos en vuestras casa.
Gonzalo bebió presuroso el café y dijo " Tienes razón, nos vamos, que ya es hora"
Los tres salieron de casa de Pedro y recorrieron cierto trayecto juntos, en una de las calles, se despidieron. Ellos con un apretón de manos. Tara se dejó dar un beso en los labios, húmedo y sin prisas.
- Eso. Pasas la noche con ella y ahora besitos. Se estáis pasando pero bien. Gonzalo, se recreaba en su mundo de macho alfa y se dejaba llevar por el mágico y exquisito "carpe diem", vivía desde hacía tiempo en la inopia.
Tara se agarró a la cintura de Gonzalo y le dio un beso en la mejilla. Todo parecía un juego entre amigos, donde ni los celos ni las malas interpretaciones tenían cabida... sin embargo sabían que no podían subestimarlo. Todo era cuestión de tiempo.
***
Un par de días después Gonzalo y su hermosa y sexy mujercita desayunaban en la cafetería de la costa, emprendían un viaje planeado desde hacía meses, era una especie de vacaciones, de desconectar, de perderse los dos solos. Tara terminaba su tostada y él apuraba el café, encendía un cigarro... desde la cristalera donde estaban sentados pudieron verle. "Mira, el capullo de Damián" Ella lo observó en silencio. "No sé a lo que viene eso de dejarse esa perilla, se creerá que es un vikingo ..."
A ella le gustaba, de echo fue ella quien le dijo que se la dejara, le resultaba irresistible cuanto menos.
Gonzalo dio una amplia calada al cigarro, llenó de humo todo su espacio.
- ¿ Preferirías quedarte aquí, con él?
En ese momento se disiparon sus dudas pero hizo un último intento de evasión.
- De que hablas. No digas tonterías amor. No te cambiaría a ti y nuestro viaje por nada.
- ¿Amor? ¿En verdad soy tu amor? Ay Tara, sé lo vuestro, lo sé desde la primera noche, desde el primer beso, reconozco tus ojos, tu mirada después de hacer el amor, conozco tus amaneceres y los he visto cuando era él el que había estado y no yo. No te preocupes, todo seguirá igual si tu quiere claro. Yo soy el malo Tara, y los malos no salvamos el día a nadie, no nos alejamos volando por el horizonte y tampoco nos quedamos con la chica. Eso son cosas de los buenos, de los héroes, de los que se dejan perilla vikingas para aparentar rudeza.
Todo era cuestión de tiempo, ese tiempo había llegado, ya era presente, aquí, ahora, de echo según los acontecimientos siempre fue algo de aquí y ahora. Los únicos que parecían vivirlo como algo en un tiempo incierto, como en un limbo temporal eran los propios amantes. Los únicos que parecían haber estado viviendo en la inopia.
En el país de los majaras, eso me ha hecho mucha gracia.
ResponderEliminarSon un poco raritos los personajes.
La historia fenomenal.
Besos, buenas noches Nieves
Felicitaciones, tu imaginación es increible en los personajes y el dialogo
ResponderEliminarAbrazos
Nieves, tanto me ha gustado tu historia que me he tenido que leer también la primera parte!
ResponderEliminarMil gracias por dejar tu comentario en mi blog...Aún no sé si tendré todo lo que me dices para volver a esta blogosfera que echo tanto de menos...pero lo voy a intentar.
Espero que estés muy bien...Te mando un beso muy fuerte y...gracias de nuevo por estar siempre ahí!!!
Gracias Vero, la verdad es que si que rebusqué en mi inventiva lo más peculiar y diferente dentro de lo que puede ser personalidades cotidianas.
ResponderEliminarMil besos!!
Gracias Lapislazuli, Siempre es grato verte por aquí y poder leer tus siempre amables palabras.
Un abrazo!!
Mercedes, Ya sabes que me alegra enormemente poder verte por aquí y poder leerte en tu blog. Muchas gracias por leerme incluso volver atrás para coger el hilo de la historia.
Mil besos amiga!!