Nada ocurre porque si.
- Que haces ahí, baja!
- Déjame... vete....
La mujer, con los pies temblorosos en el pretil del puente miraba al vacío que tenía frente a ella. Las aguas negras del gran río navegable, los ruidos ensordecedores de la fría y anónima ciudad .
- baja de ahí, nos fumamos un cigarro y hablamos un rato, conozco un bareto por aquí cerca, hay música en directo, el cantante es polaco, el dueño del bar también es de allí y suelen poner tapas de comida de su país, ponen unas patatas con una salsa... Has cenado ya?
- No... susurró . Su cuerpo temblaba cada vez mas.
- Pues baja mujer, te invito...
- No te conozco. Su voz expresaba rotundidad.
- Yo tampoco te conozco a ti. Baja nos presentamos, cenamos y seguro que las cosas irán mejor.
La mujer alargó su mano, fría, temblorosa, frágil.
El hombre se la agarró con fuerza, temía que su inestabilidad y cansancio le jugara una mala pasada, la mujer se giró y el hombre no dejó que ella saltara, la cogió en brazos y la devolvió a la calzada, frente a él.
- Adán ... alargó su mano para saludarle formalmente.
- María.
... ...
María se quedó un instante observando a Adán que se alejaba calle abajo, con las luces del alba en el cielo, después de haberla acompañado hasta su casa. Recordó todas las noches que había pasado por el puente siempre con la misma idea en la cabeza y que fuese justo esa noche, en ese momento en el que decidiera saltar.
Adán volvía a cualquier parte de la ciudad, volvería a ser un tipo anónimo sentado en cualquier plaza dejando pasar las horas de sus ociosos días, sin trabajo, desahuciado, sin hogar donde refugiarse, despacio, sin prisas, se alejó calle abajo, con las luces del alba en el cielo, después de haber acompañado a María hasta su casa. Recordó que aquél día tenía mucha hambre, había tenido hambre todo el día pero por circunstancias no le había dado lugar ir a ningún comedor social, anduvo 4 km. para llegar al bar de su amigo Pirotr. Cuando necesitaba un plato de comida y un rincón donde dormir él siempre se lo ofrecía, pero Adán no quería abusar demasiado de su hospitalidad, sólo lo visitaba cuando llevaba días sin comer... recordó que no tenía ganas de recorrer toda la ciudad, que estuvo a punto que no hacerlo, y que fue el hambre lo que le hizo recorrer el puente ya a esas horas de la noche.
Nada ocurre porque si.
Y la vida siguió, vida lineal, sin demasiados cambios, a veces sin encontrar sentido a tantos propósitos frustrados.
Aquella noche estuvo siempre en la memoria de la mujer que meses después decidió ir al bar de aquel polaco tan simpático para poder localizar a Adán pero no lo encontró fácilmente, cuando lo hizo habían pasado varios años.
Volvió al bar muchas mas veces, esperando siempre poder ver a Adán entrar por la puerta, nunca ocurrió, pero fue en aquel bar donde con el tiempo conoció al amor de su vida, el hombre con el que terminó teniendo un hijo. El niño siempre fue rebelde, y tenía que ir constantemente al colegio a escuchar las protestas y quejas de sus profesores.
Fue en una de esas visitas al colegio donde recorriendo uno de los pasillos, por los amplios ventanales que daban al patio pudo reconocerle...
Se quedó parada observándole. En ese momento pasaba Clara, profesora de matemáticas.
- Perdona Clara... Se dirigió a la profesora haciéndola parar.
- Y Antonio, el profesor de gimnasia?
- Pidió el traslado el año pasado, Adán lo sustituye desde entonces. ¿Tienes que hablar con él?
- No no.
... ...
Aquella noche, ya perdida en el tiempo, ocurrió algo, sus destinos cambiaron, directa o indirectamente en sus vidas les marcó ese puente, un nuevo camino se abrió aquella mañana, algo nuevo surgió en ese instante, ese salto al vacío que nunca se llegó a dar, esa cena, esa madrugada de confesiones... no sé como llamarlo... no sé... Llamalo X
Nada ocurre porque si.
aprecio lo que haces. es todo un placer leerte un gran beso
ResponderEliminarPues así dicen que es,que no hay causalidades sino causalidades...besos.
ResponderEliminarNieves, a veces uno vive para llegar a ese momento culminante en la vida de otro sin saberlo de antemano, se recorre todo el camino y a partir de ahí comienza otro, hermosa historia, un abrazo!
ResponderEliminarSon cruces de caminos, casi siempre cruzamos solos, pero alguna vez hay alguien que nos da la mano y podemos cruzar dejando atrás el miedo.
ResponderEliminarUn cuento con un inicio triste y que después se convierte en esperanzador.
ResponderEliminarA muchos nos ha pasado que en instantes cruciales, algo o alguien vino a darnos una mano o una sacudida, según qué necesitáramos.
Muy conmovedor, Nieves.
Enorme abrazo.
Nada ocurrepo que si, hay algo oculto, magino por lo que suceden las cosas
ResponderEliminarMuy buen relato
Abrazos
GRACIAS;
ResponderEliminarCarlos
Reyes
Cristina
Rubén
Mirella
Lapislazuli
Por compartir de alguna forma, directa o indirectamente mi camino, y que sin duda ocupáis un lugar destacado de él.
Besos :)