Lo había olvidado todo. Estaba vacía. Su mente era un gran océano sin horizonte, un desierto de sal y arena. Su mirada perdida era lo poco que le quedaba a aquella octogenaria mujer.
Cuando su marido llegó después de haber estado perdido en una de esas antiguas guerras que duraban media vida de un hombre descubrió con pavor que su amorosa mujer ya no estaba, se había perdido en algún momento de aquellos largos años.
Alquiló un piso cercano a la casa de su esposa, le parecía pecaminoso yacer con una mujer que no lo recordaba pero que en cambio guardaba una de las pocas cartas que pudo llegarle, una carta donde le indicaba que volvía el 23. Camuflado en un hombre servicial que se ofrecía a ayudarla pudo entrar alguna vez en casa y encontró la carta en la mesita de noche. Esa carta era lo único que unía a su esposa con el mundo porque a pesar de que apenas podía apañárselas sola cada 23 iba a la estación, esperaba la llegada de todos los trenes, sin comer ni beber, ya al anochecer de cada 23 volvía a casa y no salia más en todo el mes.
En una de esas esperas de anden el marido la acompañó, camuflado de atento vecino.
- ¿ A quien esperas?
- A mi esposo, llega de la guerra, recibí esta carta hace 10 días, me dice que llega hoy. El 23
El hombre no pudo evitar derramar alguna lágrima. Su cariñosa esposa aún le esperaba. Había olvidado todas las demás cartas que llegaron después , y esa, justo esa era la que recordaba, convirtiéndose en su maldición. En lo único que le unía con el mundo real... El 23 de cada mes.
Tenía la ilusión encendida a pesar de haberse apagado su memoria, su marido podría acompañarla como un vecino amable y poder entonces disfrutar de su compañía en lo que les quede por vivir, un abrazo Nieves, aunque no estés seguido igual estamos acá los que te seguimos!
ResponderEliminarHola Nieves.
ResponderEliminarQue triste es no recordar lo más esencial. Y cuando héroe anónimo hay.
Besos
Ay Nieves! Qué tristeza....!😪😪
ResponderEliminar..y tierno.
Besos❤
Me ha recordado a la Penélope de Serrat.
ResponderEliminarBesos.
Bonita historia
ResponderEliminarBesos
La vida es muy dura y tu texto nos lo recuerda. Saludos.
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