Nunca fui buena estudiante, no tengo memoria, suelo olvidarlo casi todo, siempre tengo que pedir que me lo repitan para poder apuntarlo, número de teléfonos, direcciones, marcas de coches, de productos de limpieza, nada, no retengo nada.
Empecé a trabajar muy joven, tan pronto acabé la escuela, primero lavaba cabezas y poco a poco fui aprendiendo hasta ser una buena peluquera.
Me gusta ver entrar a los hombre para que le corte el pelo, ellos tienen una conversación distinta a la habitual, eso me libera, me despeja, me relaja, mis compañeras siempre me ceden a los clientes masculinos.
Así conocí a Mateo, un hombre feliz y risueño que revolucionaba el ambiente tan pronto abría la puerta.
Quiero recordar que por aquellos días ya teníamos nuestro idilio secreto, nuestras edades no eran equilibradas y esperavamos a que... bueno... la verdad es que nunca entendí bien eso de la espera, el desequilibrio permanecería siempre.
Recuerdo la niebla... y el frío, no se veía demasiado aquella mañana de finales de Octubre.
Recuerdo escuchar gritar mi nombre pero la niebla hacía que no viera nada ni escuchara con nitidez. No lo vi venir, no lo esperaba... Mateo cruzaba la vía del tren cuando el torbellino de aire de los vagones pasando a toda velocidad me arrancaron allí mismo el alma. Corrí al lugar donde yacía parte del cuerpo de Mateo. Las hojas de mi libro fueron arrastradas por una fuerte e inexplicable corriente de aire que lo invadió todo.
Recuerdo la niebla... y el frío, no se veía demasiado aquella mañana de finales de Octubre. Cuando llegó el tren me sorprendió ver a Mateo sentado en uno de los asientos, saludándome con un gesto tras las ventanas del tercer vagón. Subí con una sensación extraña, sólo yo esperaba esa mañana el tren regional de las 7. 43 .
Me senté frente a Mateo, parecía cansado, perdido, a simple vista diría que estaba enfermo.
- Porqué estás aquí, te veo mal, estás enfermo?
Me senté frente a Mateo, parecía cansado, perdido, a simple vista diría que estaba enfermo.
- Porqué estás aquí, te veo mal, estás enfermo?
Él permaneció en silencio. Miraba por la ventanilla... Dejé mi libro en el asiento de al lado, y empecé a contarle los planes del día, problemas del trabajo y alguna que otra cosilla más que venía dándole vueltas desde hacía días.
En el vagón había bastante personas ese día, todos en silencio, y las conversaciones se mantenían en discretos susurros. El tren permanecía parado, todos empezaron a preguntarse el porqué de la demora, un niño sentado con su madre se inquietaba y terminó correteando por el pasillo, por pura curiosidad terminó asomándose por la ventanilla.
- Mamá, ya sé porqué el tren no anda.
La madre lo ignoró en un principio
- Han tirado unos muñecos en la vía y lo están quitando.
La mujer se dirigió al niño con intención de cogerlo de la mano para volver juntos a sus asientos, pero antes miró por la ventanilla. Su grito soliviantó a todos los presentes que se arremolinaron a las ventanillas observando el dantesco espectáculo.
Mateo permaneció sentado en su asiento, mirando a las vías por la ventanilla, pálido, ausente, con el rostro desencajado.
-No recuerdo... se puso una de sus manos en la cabeza pensativo y atormentado.
- Qué te ocurre? observé por primera vez aquellos ojos enloquecidos.
- QUE ME PASÓ!!! QUE HAGO EN ESTE TREN!!!
Mateo gritaba como un tarado en mitad del vagón, yo me quedé acurrucada en mi asiento esperando que el caos se desatara en aquel vagón.
Cerré los ojos para no ver la imagen de Mateo ni las consecuencias cuando los demás viajeros intentaran aplacarle... no ocurrió nada.... nada... todos los viajeros permanecían asomados en las ventanas ignorando los gritos desgarradores de mi amigo.
En ese momento algunos obreros del tren depositaban " las partes de los muñecos " en el andén.
Permanecí cuatro días en el mismo asiento, asimilando que por algún motivo nadie me había requerido en el cielo, ni en el infierno, no había visto ningún túnel, ninguna luz, no había visto mi vida pasar en imágenes, nada... sólo ese tren y así permanecimos durante meses.
En el vagón había bastante personas ese día, todos en silencio, y las conversaciones se mantenían en discretos susurros. El tren permanecía parado, todos empezaron a preguntarse el porqué de la demora, un niño sentado con su madre se inquietaba y terminó correteando por el pasillo, por pura curiosidad terminó asomándose por la ventanilla.
- Mamá, ya sé porqué el tren no anda.
La madre lo ignoró en un principio
- Han tirado unos muñecos en la vía y lo están quitando.
La mujer se dirigió al niño con intención de cogerlo de la mano para volver juntos a sus asientos, pero antes miró por la ventanilla. Su grito soliviantó a todos los presentes que se arremolinaron a las ventanillas observando el dantesco espectáculo.
Mateo permaneció sentado en su asiento, mirando a las vías por la ventanilla, pálido, ausente, con el rostro desencajado.
-No recuerdo... se puso una de sus manos en la cabeza pensativo y atormentado.
- Qué te ocurre? observé por primera vez aquellos ojos enloquecidos.
- QUE ME PASÓ!!! QUE HAGO EN ESTE TREN!!!
Mateo gritaba como un tarado en mitad del vagón, yo me quedé acurrucada en mi asiento esperando que el caos se desatara en aquel vagón.
Cerré los ojos para no ver la imagen de Mateo ni las consecuencias cuando los demás viajeros intentaran aplacarle... no ocurrió nada.... nada... todos los viajeros permanecían asomados en las ventanas ignorando los gritos desgarradores de mi amigo.
En ese momento algunos obreros del tren depositaban " las partes de los muñecos " en el andén.
Permanecí cuatro días en el mismo asiento, asimilando que por algún motivo nadie me había requerido en el cielo, ni en el infierno, no había visto ningún túnel, ninguna luz, no había visto mi vida pasar en imágenes, nada... sólo ese tren y así permanecimos durante meses.
La culpa me invadía cada vez que lo veía deambular sin rumbo, ausente y malhumorado.
Durante los primeros 7 meses todo fue mal, yo le culpaba y él desquiciado se preguntaba porqué tuvo la torpeza, porqué no ando con cuidado... pasado ese tiempo todo mejoró, nos acostumbramos.
Yo apenas me movía del tercer vagón, en cambio Mateo deambulaba por todo el tren, había intentado en más de una ocasión bajar al andén pero el miedo a no poder encontrarme y perderse en un nuevo limbo le paralizaba.
Hace mucho que dejé de contar el tiempo, simplemente estoy, y estaré... observo a los viajeros, hay momentos que no recuerdo, que estoy sin estar, que me desvanezco como la niebla, que me canso y me agoto, en otros gracias a Mateo permanezco con fuerzas y cargada de una energía prestada.
- No te sientes aquí, mejor en estos, como me siente aquí se descarga la batería de todo. El muchacho lo dijo con tal naturalidad que su compañera de viaje miró mi asiento esbozando una mueca de incredulidad.
En ese momento Mateo intentaba leer el periódico del día a la vez que uno de los viajeros, pero escuchó aquel comentario y me miró con una maliciosa sonrisa. Terminó de leer ya con el tren en marcha hacía un buen rato. Se incorporó al pasillo, se quedó parado un minuto y ando pausado, desplegando sus brazos y haciendo mueca para hacerme sonreír... paró junto a los jóvenes un par de minutos, se acercó un poco más, un poco más, sabía como hacerlo...
- Qué ha pasado? la muchacha se quitó uno de los auriculares que compartía con su amigo.
- Que ha pasado, que este vagón es una mierda, cada vez que subo en éste me funde la batería de todo. Su enfado era notable.
La amiga, perpleja sacó de su mochila el movil y asombrada descubrió que estaba apagado con la batería agotada.
- Ésto será que en éste vagón habrá unas hondas de esas raras.
-De que hondas hablas
- No sé, tu mes dirás, serán una honda de estas secretas ya sabes...
No comprendo exactamente porqué estoy aquí, en un extraño limbo ferroviario, pero sin duda, teniendo plena consciencia de mi muerte y habiendo pensado en ello durante no sé cuanto tiempo tengo el convencimiento que esto es mejor que estar bajo una fría loza de piedra.
Yo apenas me movía del tercer vagón, en cambio Mateo deambulaba por todo el tren, había intentado en más de una ocasión bajar al andén pero el miedo a no poder encontrarme y perderse en un nuevo limbo le paralizaba.
Hace mucho que dejé de contar el tiempo, simplemente estoy, y estaré... observo a los viajeros, hay momentos que no recuerdo, que estoy sin estar, que me desvanezco como la niebla, que me canso y me agoto, en otros gracias a Mateo permanezco con fuerzas y cargada de una energía prestada.
- No te sientes aquí, mejor en estos, como me siente aquí se descarga la batería de todo. El muchacho lo dijo con tal naturalidad que su compañera de viaje miró mi asiento esbozando una mueca de incredulidad.
En ese momento Mateo intentaba leer el periódico del día a la vez que uno de los viajeros, pero escuchó aquel comentario y me miró con una maliciosa sonrisa. Terminó de leer ya con el tren en marcha hacía un buen rato. Se incorporó al pasillo, se quedó parado un minuto y ando pausado, desplegando sus brazos y haciendo mueca para hacerme sonreír... paró junto a los jóvenes un par de minutos, se acercó un poco más, un poco más, sabía como hacerlo...
- Qué ha pasado? la muchacha se quitó uno de los auriculares que compartía con su amigo.
- Que ha pasado, que este vagón es una mierda, cada vez que subo en éste me funde la batería de todo. Su enfado era notable.
La amiga, perpleja sacó de su mochila el movil y asombrada descubrió que estaba apagado con la batería agotada.
- Ésto será que en éste vagón habrá unas hondas de esas raras.
-De que hondas hablas
- No sé, tu mes dirás, serán una honda de estas secretas ya sabes...
No comprendo exactamente porqué estoy aquí, en un extraño limbo ferroviario, pero sin duda, teniendo plena consciencia de mi muerte y habiendo pensado en ello durante no sé cuanto tiempo tengo el convencimiento que esto es mejor que estar bajo una fría loza de piedra.
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Si te perdiste la primera parte puedes levitar hasta aquí.... http://loscuentosdelachina.blogspot.com.es/2013/10/fantasmogenesis.html
¡Buenísimo, Nieves! el vello se me ha erizado del todo.
ResponderEliminarBesos
Ahahaha, creo que lo he escuchado en una pelicula también, muy bueno un abrazo :)
ResponderEliminarMuy bien narrada Nieves, como la primera, vas llevando de la mano al lector hasta que todo decanta, un abrazo!
ResponderEliminarY se lo has leído a los sobrinos?. Eres de traca Nieves,jejeje
ResponderEliminarUn abrazo.
Genial Nieves!! como siempre me sorprendes con tus relatos. Me alegro estar de vueltas de nuevo.
ResponderEliminarMil besos!!!!
Sorprendente relato. Llegué por casualidad y empecé a leer sin mucho entusiasmo, pero me has sabido enganchar con tus palabras.
ResponderEliminarGenial.
Saludos
Joker
*Vero, Muchisimas gracias por compartir esta entrada y estos detalles tan bonitos, además de tu entusiasmo.
ResponderEliminarBesos!!
*Jossep,Me gustaría que me dijeras que película te recuerda, seguro que es de las que a mi me gustan, si te acuerdas me lo dices, haré por verla.
Un besote :)
*Cristina, Muchas gracias, me alegra que la historia que gustara tanto como parece, Un Beso grande :)
* Tejón, noooo a ellos no le cuento esto, ellos son más del tren del terror, drácula y hombres lobo. Debo reconocer que ya apuntan maneras en esto del genero del terror, y es que a toda la familia le gusta mucho esto de las fantasmadas...
Mil besos amigo :)
* Patry, Ay cuantas ganas tenía de verte por aquiiiii, de echo esta historia se iba a quedar aquí hasta que tu la leyeras.
Como creo te habrás dado cuenta en Facebook está dedicada a ti.
Mil besos :)
* Fernando D. Muy agradecida. No hay nada mejor que se le pueda decir a una cuenta cuentos, tu sinceridad me ha gustado.
Un saludo, espero que decidas volver de cuando en cuando...
Saludos :)
Me habia gustado la primera parte, igua esta, relato lleno de intrigas muy bien narrado
ResponderEliminarUn abrazo
Pd habra mas?
*Lapislazuli, Muchas gracias, puede de momento no tengo la intensión, pero nunca se sabe :)
ResponderEliminarMi decisión a escribir esta segunda parte fue que me dio la impresión de que no se captó bien que la protagonista estaba muerta desde el principio, y me apetecía dejarlo claro...
Mil besos ;)