Siempre tuvo la sensación de que la felicidad era para los demás, las historias bonitas, lo amores apasionados... Todos parecían tener su porción, grande o pequeña pero todos tenían sus alas de felicidad que agitaban al viento.
Algún día, cuando sea vieja recordará su porción de felicidad. Recordará aquella tarde de domingo con cielo azul. Recordará aquella pluma que planeó sobre vosotros y tú la cogiste al vuelo. Recordará que os sentasteis en una de las mesas de aquella heladería porque ella te lo había pedido días antes. Recordará el color verde y el sabor de la menta en su boca, de como llenabas tu cucharita y le dabas el helado como si fuera tu niña, tu amante, como si en ese instante hubiera poca cosa más que tú, ella y ese helado de menta. Recordará que volvisteis a casa e hicisteis el amor. Algún día cuando sea vieja recordará y se le escapará esa sonrisa tan suya. Ella también terminó teniendo su porción de felicidad... Sí. sus alas de felicidad terminaron agitándose al viento. Y aquella sensación terminó siendo tan lejana que posiblemente fuera de otra vida, porque la vida antes de ti se le había olvidado.
Precioso relato, Nieves, un abrazo nostálgico!
ResponderEliminarMuy bonito Nieves, pero como te pille un poquito deprimido de "jartas" de llorar.
ResponderEliminarBesos.
¡Que bonito!
ResponderEliminarBesos.
Precioso, Nieves, qué grande eres...
ResponderEliminarBesos 🌷🍀🌹
Porción hay para todos. Lo que pasa que las hay gigantes y diminutas.
ResponderEliminarHola Nieves.
ResponderEliminarBonito e intenso, como muchos de tus textos. Este más si cabe. Todos nos merecemos una porción de felicidad ¿Verdad? ¡Camarero! La mía bien grande jajaja
Besos
Más romántica es imposible.
ResponderEliminarBesos.
Qué bonito Nieves!!! ♥
ResponderEliminarBesitos =)))