Yo no era nadie, una viandante más en todo caso.
En época estival suelo cambiar mi itinerario, por aquello de no toparme con mucho turista y demasiadas masificaciones en alguna zona concreta de la ciudad.
Fue así como no tardé en descubrir su presencia, siempre sentado en el mismo lugar; el último peldaño de la escalinata, apoyado sobre la enorme columna, siempre mirando a su cuaderno, leyendo o escribiendo, también dibujaba, lo sé porque había días que tenía una pequeña caja de lápices de colores a su lado. No tardé mucho en darme cuenta que aquel desconocido me parecía muy sexy, tan silencioso, tan ausente del mundo, él y su libro, él y sus escritos, él y sus dibujos...
Mi itinerario que en los primeros días fue casual, se convirtió en riguroso, a veces iba sola, otras acompañada, unos días iba con prisas y otros mis pasos eran de paseo y recreándome en los detalles del paisaje.
Un anochecer, ya de lejos, descubrí que no estaba, confieso que mi corazón dio un salto, no sé que pudo significar aquella reacción inesperada. "Se había ido, pero... sólo hoy o en cambio era para siempre". ¿ Qué podía hacer? nada, claro. Mis pasos se ralentizaron como si no quisiera marcharme del lugar sin encontrar un consuelo a tan desconsolada situación.
Ya subiendo los últimos peldaños, con mis ojos fijos a una columna vacía pude reconocer un papel sujeto por una piedra caliza, no tuve otra reacción que la que imagináis, fui directa a ese rincón de la ciudad y vi que había en el papel. Un dibujo, tres colores, verde, naranja y negro, era el paisaje de una amplia llanura verde, una especie de sendero y todo este Edén se abría paso desde una escalinata de siete peldaños... me giré y con el dibujo en la mano conté los siete peldaños que había bajo mis pies, descubrí entonces la visión del mundo de aquel artista.
Me llevé el dibujo, lo había firmado, Daniel S.
Dos días después volvió y mi corazón dio un pequeño brinco de emoción, quería disimular... que ni mis pies, ni mis manos, ni mis ojos ni mi nariz supieran ya lo que era algo que se murmuraba en todo mi ser, ¿El qué? que me gustaba, tan absurdo como cierto.
No puedo contar mucho más, porque no sé como es el tono de su voz, ni sé de qué color son sus ojos, no sé nada de él más que su nombre y que por alguna razón cada tiempo desaparece un par de días o tres y deja un papel sujeto por la piedra, no sé lo que él pueda pensar, incluso he sospechado que esté vigilando en la distancia para descubrir quien se lleva sus escritos y dibujos pero no tengo constancia de ello así que no tengo ningún reparo en leer sus letras y mirar sus dibujos de esta forma tan furtiva como apasionante.
No son pocas las ocasiones en que estando en casa, en esos momentos en que no hay nada que hacer decido abrir la caja archivador color gris, esa caja que se ha convertido poco a poco en parte de mi hogar, como la lámpara que me regaló mi mejor amiga o el tótem que me trajo un viejo amigo de la otra parte del mundo, esa caja archivador pasa desapercibida, pero para mi no, en ella están "las cosas de Daniel ", así la llamo. Y es que en la vida pasan cosas que no tienen mucha lógica, Daniel vive en su mundo, decide sentarse en el mismo lugar; el último peldaño de la escalinata, apoyado sobre la enorme columna, siempre mirando su cuaderno, leyendo, escribiendo, dibujando a veces, recreándose en su anonimato, sabedor o no de lo que hay mas allá de sus páginas en blanco.... sin saber que en mas ocasiones que podamos imaginar... Nuestras sombras son mas grandes que nosotros mismos.
Waa, como saber si el ya sabe lo que tu sientes, es muy curioso todo pero me llama mucho la atención, espero saber que ocurrirá mas adelante. un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué bonito! Nieves.
ResponderEliminarTe confieso que no se si la historia es cierta o ficción, siempre me quedo con la duda.
Besos, buen finde
Me quede con una pregunta: ¿Por qué no te acercaste a él?
ResponderEliminarHermoso relato. Es verdad a veces creamos un mundo con la presencia de alguien que si lo conociéramos en la realidad, tal ves no sería tan interesante como lo es a la distancia.
Un cariño.
* Jossep, Verónica, debo deciros que la historia no es real. Es fácil saber si la historia es real o no, tan sólo debéis fijaros en la etiqueta de la entrada; Todas son reales y basadas en mi experiencia de vida salvo una etiqueta "Relatos de ficción", como os habréis fijado esta tiene esa etiqueta así que... no real, pero ya sabéis que todas las historias nacen de una chispa de realidad.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestro entusiasmo
Un beso grande :)
* María, Así es, idealizamos y fantaseamos con tanta facilidad que cuando tienes la ocación de atravesar esa barrera :C ¡ Todo se derrumba !
Gracias por tu visita. Un abrazo :)
Oie que bonita historia y que bien narrada esta. Confieso que eso de encontrarse conm algien siempre y que te llame la atención me ha pasado, y cuando pasa a veces es rico sentir esas sensaciones que describes respecto al anonimato de ambos. Un abrazo :)
ResponderEliminarAunque sea ficción, quiero saber más,me gustan estas historias de amores e incertidumbre...seria precioso que se conocieran!!!
ResponderEliminarMil besos!!!!!
* Aristio, muchas gracias por tus palabras tan amables y por tu visita,en ocasiones sueles encontrar a las mismas personas en los mismos lugares y eso da rienda suelta a la invención de que clase de persona será, a que se dedicará, suelo "jugar" a eso a inventarme la vida de las personas que veo mientras estoy sin hacer nada en mitad de la ciudad.
ResponderEliminarUn saludo :)
* Patry, lo tendré en cuenta. Un beso grande amiga!!
:D