Regalos del destino

Abdou  recorrió un largo y angosto camino hasta llegar a aquella cómoda y perfumada habitación  en una bonita casa española.

Llegó con tan solo 19 años a  las costas españolas un 7 de Agosto de hace.... muchos años...

Recorrió casi toda la costa del mediterráneo trabajando y viviendo como le dejaban en muchas ocasiones, porque siempre fue un hombre de recursos y no necesitaba mas que lo básico para sobrevivir en un mundo donde todo era distinto, donde todos eran diferentes a él.

Pero todo cambio cuando  encontró a Paco, un jornalero que conoció en   una de las temporadas  que trabajó recogiendo fresas, Abdou no era de amigos, bueno en casa tenía muchos, pero en España no tuvo ninguno, todos iban y venían, compartían algún momento y todos seguían su camino, se había acostumbrado a la soledad, a la soledad del alma...

Pero Paco a las pocas semanas de estar trabajando juntos, se le acercó a la hora del bocadillo y con esa voz risueña y campechada  se sentó junto a él y le dijo:

- Que Abdou quieres un bocata de chorizo???

Su reacción habitual hubiera sido decir :  -  No

Pero le caía bien ese tipo tan delgaducho y buenachón.

Aquella temporada se le hizo mas corta de lo que solía ser, la amistad de Paco le había acortado aquellos calurosos y trabajados meses de sol a sol recogiendo las jugosas y rojas fresas.

El último día Paco invitó a Abdou a su casa.

- No puedes negarte mi mujer se ha empeñado en conocerte y ha hecho comida de tu país.

Cuando llegaron los dos juntos, su mujer le dio la bienvenida en la puerta.

A Abdou le abrumaba tanta cortesía y amabilidad,  se dio una ducha de agua caliente después de que lo hiciera Paco,  ambos se reían juntos en la habitación mientras se vestían y comentaban las anécdotas del trabajo.

Cuando bajaron una gran mesa les esperaba llena de comida deliciosas y bebidas de todo tipo.

- ¿Qué bebes Abdou?

- Agua, Agua.

Entonces entró al salón Maria. Hija de Paco.

Era una chiquilla con la piel tan blanca... con el pelo dorado como el sol y ojos verdes como el trigo... su presencia le deslumbró aún mas si cabe que aquella acogida fraternal.

La sorpresa llegó en los postres porque Paco,  Raquel -su esposa- y María le tenían preparado una habitación en el ático de la casa, en estos meses se habían echo amigos, amigos de verdad y no estaba dispuesto a perderle tan fácilmente, así que viviría con ellos y trabajarían juntos en los trabajos que fueran saliendo...

Seis años después ...

Abdou estaba en aquella cómoda y perfumada habitación  en una bonita casa española...  

El verano  estaba cerca y las ventanas de la habitación dejaba entrar el poco aire que hacía aquella noche..

María entro sigilosa en la habitación, con su camiseta del perro dalmata, descalza y despeinada...

Cogió la botella de agua de Abdou y le dio un trago.

- Que calor no? mi dormitorio hoy es un infierno...  dio otro trago de agua.

Se acercó a la cama y Abdou  le dejó espacio en la cama. Ella se acurrucó en él...

Desde poco tiempo después de quedarse en su casa,  María se acostumbró a ir a la cama de Abdou para que le contara historias de su pueblo... A María le gustaba tocar la cara negra de Abdou, hasta entonces nunca había visto un hombre negro tan cerca, pero claro eso fue entonces cuando se conocieron... ella tenía tan solo 15 años y una vida por vivir, ahora después de estos años para María Abdou había dejado de tener la piel negra, había dejado de ser el hombre exótico que le contaba historias antes de ir a dormir con un acento raro, ahora su verborrea era ya mucho mas facil de entender, ahora era su amigo.

- Vendrás mañana a recogerme ???

- No creo que pueda.

- Todavía andas  dándole vueltas a lo que pasó??? 

- Me siento incómodo, no hace falta que hablen ni que tengan el discurso fácil de "todos somos iguales y alardeen de su tolerancia" hay ciertas miradas que lo dicen todo.

María se separó un poco del cuerpo de Abdou y puso la mano en la mejilla de su amigo.

- Puede que ser tolerante no sea decir que todos somos iguales. Tenemos que ser diferentes para ser especiales. Puede que no tengan ni idea de lo que hablan...  Olvida las miradas de los que no quieran ver mas  allá de lo que ven a simple vista, no vale la pena ni tenerlo en cuenta...

María volvió a acurrucarse  en su amigo. Abdou se sentía afortunado de que el destino le hubiera llevado hacia esa casa donde encontró por fin tanta felicidad, por haber encontrado tanto amor gratuito, atusaba el largo cabello amarillo de la joven teniendo la certeza que después de tantos años de soledad y sabiendo que en su casa de África ya no había nadie esperándole, lo que mas quería en la vida dormía con él cada noche.