Como en esa maravillosa historia de Charles Dickens, el fantasma de las navidades pasadas me trae recuerdos a pequeñas dosis, como susurros en el viento.
Me trae el recuerdo de mi abuela paterna sentada en el porche de casa tomando el sol de medio día y yo sentada en el suelo pidiéndole que me volviera a contar las historias de su pueblo natal . Como sacado de un spin off del Quijote sus historias siempre tenían como protagonistas al alcalde, el cura y el médico. A mi las que me gustaban eran las del cura . Siempre eran rocambolescas y divertidas. Mi abuela Margarita siempre se las apañaba para crear una trama y algo divertido para hacerme reír. La recuerdo como una mujer risueña a pesas de la guerra y las penurias que le tocó vivir y eso dice mucho ella.
Su amiga Remedios pasaba habitualmente por la puerta y siempre decía 'aquí estoy con la nieta ', siempre me llamaba con mi nombre completo y eso me hacía verme a mi misma como una bonita muñeca. La recuerdo en primavera dejándose poner en el pelo las flores del jazmín que mi madre tenía plantado. A veces Remedios pasaba encontrando a mi abuela llena de jazmines o de adornos navideños pero ella lejos de avergonzarse se reía con la amiga y yo las veía como esas amigas de toda la vida dispuestas a pasar el rato con los pequeños de la casa, y así enredandose con esos recuerdos de risas y juegos infantiles aparece el fantasma de las navidades futuras, me envuelve con su niebla recordándo que no tengo hijos ni nietos, pero no me preocupa porque estoy completamente segura que tendré niños a quien contar mis cuentos e incluso sentarme al sol del medio día mientras me dejo adornar mi pelo blanco con flores y adornos futuristas creando así recuerdos y sonrisas a generaciones futuras para que el espíritu de la Navidad nunca se desvanezca y brille como brilla hoy en mi corazón.